Hay cosas mucho peores que dejar involuntariamente de comentar partidos de la Bundesliga. Por ejemplo, cubrir la final de la Champions League. La UEFA da a los periodistas un trato digno del IV Reich, ése en el cual ya vivimos sin que nadie quiera reconocerlo. Para empezar, el caos. En la Plaza Cavour no había ningún bus de los prometidos para la prensa. Resulta que la UEFA, en su mundo delirante, supone que todos y cada uno de los periodistas que llegan de los cinco continentes a cubrir el partido europeo más importante del año van a arribar al mismo tiempo. Yo no lo sabía, pero cuando llegué a Cavour, a eso de las seis y media de la tarde, el último vehículo ya había partido. La UEFA nunca comunicó adecuadamente los horarios organizativos a quienes fuimos acreditados. Pero no me rendí. Tomé un taxi, llegué al Estadio Olímpico y me presenté con mi acreditación confirmada a una serie de puertas, mal llamadas de “hospitalidad”. Nadie sabía dónde se encontraba el centro de acreditación. ...