Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2008

Fútbol existencialista, fútbol budista

Imagen
Hace algunos meses, los productores de la emisión Das philosophische Radio , que transmite la radio pública alemana, tuvieron la genial idea de vincular en uno de sus capítulos los temas de la filosofía y el fútbol. Pretexto para ello era la Copa Euro 2008, que estaba por celebrarse en Suiza y Austria. El método, si no mal recuerdo, consistía en atribuir a los jugadores de fútbol determinadas categorías filosóficas de acuerdo con la posición que ocupan en la cancha. Se argumentaba que el arquero –solitario, introspectivo, alienado, observador límite de los acontecimientos sobre la cancha, poco partícipe del devenir colectivo- personificaba al existencialismo que se hiciera famoso gracias a escritores como Jean-Paul Sartre o a libros como El extranjero , de Albert Camus (no olvidemos la película inolvidable protagonizada por el gran Marcelo Mastroianni). Así mismo con otras posiciones estratégicas. Casi obvia decir que el ejercicio resultó de lo más atractivo para quienes nos llama la a

¡Sós grande! (la última y nos vamos)

He sido injusto con mis amigos argentinos. Arrastrado por el entusiasmo del fútbol, y por lo atractivo del tema, cometí un error elemental en mis dos escritos anteriores sobre la investidura de Diego Armando Maradona como técnico de la selección albiceleste. Un error filosófico que además es imperdonable, por causas que explicaré a continuación. La pifia consiste en asumir que una comunidad, en este caso la argentina, es equivalente a su identidad icónica. La presunción es falsa en todos los casos: por ejemplo, no todos los mexicanos somos bigotones ni andamos por el mundo con la botella de tequila en el sobaco, cantando permanentemente El corrido de Rosita Alvírez (“nomás tres tiros le dio/ nomás, tres tiros le dio-ooooo”). Quizá es una desgracia. En el caso argentino, me di cuenta de la enorme equivocación al consultar el foro de opiniones del diario La Nación sobre el amago de renuncia que Maradona le dedicó a Julio Grondona. En muy apretado resumen, hay diferencias entre el selecc

13 años

El mayor acontecimiento que yo recuerde, relacionado con el año de 1976, fue el desarrollo de los Juegos Olímpicos en la ciudad canadiense de Montreal. Por supuesto, no existía internet, ni se había generalizado la telefonía celular. La transmisión del magno acontecimiento la seguí por Canal 13, con José Ramón Fernández al frente. En México, el gobierno priista lo decidía todo, incluido lo que la ciudadanía debía ver y escuchar tanto en la radio como en la televisión. Cada vez que íbamos a Acapulco a visitar a mi mamagrande, debíamos detenernos en retenes militares que buscaban guerrilleros como los que un par de años antes habían secuestrado a Rubén Figueroa Figueroa, gobernador del estado de Guerrero y a quien se atribuía la frase: “aquí no hay presos políticos. Todos están muertos”. Por otra parte, estaba por comenzar el régimen de José López Portillo. Aún tengo en la mente las imágenes de “la cargada” cuando el entonces secretario de Hacienda fue “destapado” como candidato del PRI

Una pregunta para Obama

México fue quizá el único país del mundo en el que la elección de Barack Obama como el primer presidente afroamericano de Estados Unidos no ocupó el encabezado principal. La razón la conocen bien mis compatriotas: la muerte al mismo tiempo del secretario de Gobernación y del encargado de la lucha contra el narcotráfico, en un avionazo ocurrido en plena ciudad de México. Mientras seguía minuto a minuto el cauce de los comicios estadounidenses, pude percatarme plenamente de la conmoción que causó en tierras mexicanas el deceso de estos importantes funcionarios públicos. Y no es para menos. El gobierno federal, responsablemente, ha descartado la mención directa de la posibilidad de un atentado. En un primer reflejo, la opinión pública nacional coincidió, aunque poco más tarde volvió a un nivel más incisivo. El tema que está en juego, ante un suceso de tales características, es la gobernabilidad del país. Y metidos en tal universo, no cabe sino hacer un ejercicio estratégico en el que no p

¡Sós grande! y II

Sin que nadie me lo pida, voy a ser un poco más específico al describir algunos factores que me causan escepticismo acerca del nombramiento de Diego Armando Maradona como técnico de la selección argentina de fútbol. Hace un par de años, un empresario tan enigmático como acaudalado ideó un proyecto genial. Se haría bajo sus auspicios un reality show de gran envergadura, cuyo objetivo sería encumbrar al mejor talento futbolístico juvenil de todo el mundo. Se establecería para ello una red conformada por las escuelas de fútbol de los equipos más conocidos del planeta, entre ellos el Real Madrid y el Bayern München. Como si esta plataforma de lanzamiento no hubiera sido suficiente, el hombre de negocios –de origen jamaicano, pero radicado en la República Argentina- haría girar su proyecto en torno de un flamante presentador de televisión, que había tenido enorme éxito con una serie de programas que se transmitieron a todo el continente americano. El nombre: Diego Armando Maradona. El empr