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Mostrando entradas de septiembre, 2008

Una pregunta retórica

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Tardamos algunas horas en vencer a la espesa niebla y llegar, por fin, a la localidad de Wörth, en la región de Suabia. En ese sitio, todo gira alrededor de una enorme superficie. Es la mayor fábrica de vehículos industriales del mundo, propiedad de la marca Daimler. Apenas traspasamos el acceso principal, ingresamos en un mundo propio, sujeto a un control preciso y también al amable velo de la cultura corporativa. Por ejemplo, en las cifras. Se nos hace notar muy pronto que la fábrica de casi medio millón de metros cuadrados (2.463.186, para ser exactos) es solamente una parte del casi inmensurable global player que es Daimler a nivel mundial. En 2007 fueron ensamblados ahí más de 100.000 vehículos industriales, lo mismo para empresas recolectoras de basura que para el ejército canadiense. A la presentación siguió otra que me impresionó más, por diversas razones. Un ejecutivo nos mostró en Power Point o algo similar el Centro de Investigación y Desarrollo de la planta de Wörth, en el

México: el horror

La sociedad mexicana se encuentra consternada por un atentado ocurrido precisamente durante los festejos del Día de la Independencia, en la ciudad de Morelia. Por si no lo sabe, o no se ha enterado: bandas que supuestamente pertenecen al crimen organizado lanzaron granadas contra la multitud de civiles que se arremolinaban en la plaza de dicha localidad, matando a inocentes. La señal es clara, dicen los analistas locales: se trata de un desafío al Estado mexicano por parte de las mafias del narcotráfico. Y más aún: es la primera vez que los narcos asesinan intencional y abiertamente, como en la Colombia de los años ochenta. A miles de kilómetros de distancia, no estoy en la mejor posición de opinar de manera pericial sobre lo acontecido. Pero con alarma veo que muchos de los actores políticos mexicanos lucen tanto o más alejados de la realidad nacional que yo. La oposición, e incluso parte de la opinión pública, le exige al gobierno de Felipe Calderón que “haga algo” por poner fin al f

El más poderoso

No me malinterpreten. No soy de quienes se solazan patrocinando cacerías de brujas o buscando chivos expiatorios en la historia. Pero a estas alturas de la vida, tengo memoria. Y ésta, algunas veces, no me falla. Recuerdo, por ejemplo, que Jacobo Zabludovsky fue durante décadas el periodista más poderoso de América Latina. Su labor como conductor del noticiero más importante de la televisión mexicana –repito, durante décadas- no solamente le permitió realizar inolvidables entrevistas como aquella que le hizo a Salvador Dalí, y que el propio Zabludovsky recordó hace unos días en su columna de El Universal. El periodista, además, fue testigo de momentos históricos en la vida de México; presenció desde sus entrañas las reacciones puntuales de un gobierno autoritario –el régimen del PRI mexicano- ante tales acontecimientos. Esto lo convierte en un personaje único que, al mismo tiempo, tiene una responsabilidad ante la sociedad a la que dice servir. No pido un mea culpa por parte de Jacobo.

Postdemocracia / y III

No hay de otra. El politólogo Colin Crouch sostiene que los síntomas de la postdemocracia solamente pueden producirse en países donde impera o ha imperado la democracia formal. Todo lo demás, de acuerdo con el académico de la Universidad de Warwick, es una repetición de la historia, o bien, reflejo de un orden que no alcanza a cabalidad la denomianción de democracia. Crouch hila fino en su argumento, de tal modo que resulta difícil contradecirlo; por ejemplo, cuando dice que las tendencias dinásticas no pertenecen a la postdemocracia sino al espectro contrario: el orden predemocrático . Así, el heredar el poder no es parte de la modernidad tipo West Wing, sino de una tentación casi tan antigua como la de la manzana ante la que sucumbió Adán. Del mismo modo, Crouch despoja al actual gobierno ruso de toda connotación moderna y democrática. Rusia, dice el académico, jamás ha vivido en medio de un orden democrático, de tal modo que no debe sorprender el actual proceder del dúo Medvedev-Put