Bayern, Klinsi y los errores en cadena

El empate a uno entre el Bayern München y el FC Barcelona no hizo sino atizar aún más la discusión sobre el futuro del técnico del equipo bávaro, Jürgen Klinsmann. Las cosas han llegado a tal grado, que el mencionado entrenador decidió proceder jurídicamente contra el periódico berlinés taz, por haber publicado una imagen de Klinsmann crucificado. Los abogados del técnico dirán lo que quieran, pero la argumentación del rotativo es inapelable: Jürgen Klinsmann llegó al Bayern no solamente como el gran renovador del cuadro campeón, sino como un auténtico salvador del prestigio y la calidad competitiva del fútbol alemán. Por lo menos así lo celebró el periódico especializado Kicker al inicio de la temporada. Así, el desempeño del Bayern no puede ser visto sino como un enorme fracaso, por segundo año consecutivo, al no cumplirse las infladísimas expectativas sembradas por el equipo de Baviera y sus corifeos. Ante todo ello, Klinsmann ha decidido contraatacar con la peor de las estrategias: arremetiendo contra sus jugadores. Cuando contrató a Franck Ribery y Luca Toni, el gerente del Bayern, Uli Höneß, desplegó toda la vulgaridad de que es capaz y afirmó que “nos tendrán que ver con telescopio”, refiriéndose a sus contrarios de la Bundesliga. Y así sucedió en el torneo 2007-2008. Pero ese mismo año, el Bayern fue eliminado de la Copa UEFA aún bajo las riendas del sabio y caballeroso Ottmar Hitzfeld. Casi dos campeonatos tarde, ahora resulta que el equipo necesita jugadores de talla internacional. El campeón alemán, se dice, necesita reinventarse de nuevo. La evaluación es real, pero no significa que el Bayern vaya a protagonizar una nueva orgía de euros en busca del equipo perfecto; parece más una frase para contener los ánimos del hombre que sostiene al equipo bávaro, y al cual le debe prácticamente todo lo que éste ha conquistado en el pasado bienio: Franck Ribery, quien luego del empate lanzó una clara señal al ponerse la camisola de los culés. De igual modo, el técnico debe reconocer que el fracaso principal es de él, de su sistema, de sus símbolos budistas, de sus asistentes angloparlantes y de los experimentos místicos que tanto le fueron celebrados al inicio de la campaña. Fracaso causado por errores que se siguen cometiendo. Como nombrar capitán al pendenciero Mark van Bommel. Como prolongar el contrato con el crepuscular mediocampista holandés. Como prorrogar la relación con Martín Demichelis cuando éste se encuentra en plena crisis de desempeño. Como sembrar inseguridad en la ofensiva importando temporalmente a Landon Donovan. Como despedazar el ánimo de un gran delantero como Lukas Podolski. Como culpabilizar a los jugadores, justo cuando éstos se aprestan a “rescatar lo que haya que rescatar”, según dijo el propio técnico tras el 4 a 0 contra los barceloneses en el partido de ida. De tal modo que, en efecto, se requerirá un milagro para que Klinsmann no salga crucificado por la directiva del cuadro muniqués. Es verdad que el Bayern puede ser campeón de la Bundesliga por segundo año consecutivo. Ganaría, si es que lo hace, por una diferencia mucho menor que la del año pasado, cuando quedó diez puntos arriba de su rival más cercano, el Werder Bremen. Tiene una buena oportunidad de coronarse, si vemos el panorama de la últimas siete jornadas. Pero ello apenas aminoraría el sabor a fracaso, en un torneo en cuya primera mitad el Bayern se bajó a la altura de un grupo de muchachos vestidos con la casaca del Hoffenheim; en un año en el que perdió 5 a 2 con el mismo Bremen. Una temporada en la que quienes ríen al último son los dos principales enemigos del Bayern: Christoph Daum con la victoria de su modesto FC Köln, y Felix Magath con la ignominia del 5 a 1 a manos del Wolfsburgo. Un torneo cuyo gol del año no fue del Bayern sino contra el Bayern, cuando el brasileño Grafite le hizo la faena a toda la defensa bávara en una sola jugada y luego anotó de taquito. Un trofeo para olvidar, si es que el Bayern alcanza a conquistarlo. Quizá el técnico corra con mayor suerte en el árido campo de los tribunales.

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