Bikinis y derechos humanos

Habría muchas maneras de ejercer la réplica a mi anterior escrito sobre la detención de Laura Zúñiga, hoy famosa en todo el mundo como Miss Sinaloa. Como suele suceder, la más eficaz es la más concisa, y viene de mi compadre Chimino. Éste me pregunta en su lenguaje siempre críptico, heredado de sus antepasados popolocas: “¿A poco crees que la morra esa es inocente?”. No dejo de notar el término con el que los mexicanos del norte se refieren a las mujeres entre coloquial y despectivamente, y del cual Chimino –sureño crepuscular- abusa con el único fin de “picarme la cresta”. Pero en el fondo, mi compax me plantea además un dilema filosófico irresistible, que requiere la más puntual de las respuestas. Por supuesto, no pienso que Laura Zúñiga desconociera las andanzas de su amante narco. Es más, estoy convencido de que tales correrías fueron precisamente las que atrajeron a la bellísima mujer a un mundo donde, además, se abre la puerta a experiencias peliculescas. Donde las fortunas son incalculables y la lucha, despiadada. Donde, me imagino, habrá lujos a montón. Miss Sinaloa fue uno de ellos, y ahora de seguro ya es sustituida en tal menester. No, Chimino. El punto no es si creo en la inocencia de Laura Zúñiga desde una perspectiva moral. Lo que quise decir, mi nunca bien ponderado contlapache, es que Laura, como todo sujeto indiciado, es inocente a menos de que se compruebe lo contrario. Es una cuestión puramente jurídica. Y la buena y eficiente administración de la justicia, como se sabe, forma parte integral de los derechos humanos de segunda y tercera generación. Ni siquiera es fundamentalismo procedimental. Es aferramiento –necio, eso sí- al concepto de impartición de la justicia, como parte de la aspiración a un estado democrático de derecho. Así que, con todo respeto, me vale madre si la curvilínea es o no un buen ejemplo para el resto de la sociedad mexicana, o si la chica ha “manchado” el nombre de un certamen de belleza anacrónico. Hay pistas para investigar el caso seriamente, si se quiere hacerlo. Por ejemplo, el diario Noroeste de Culiacán publicó el testimonio de una ex Miss Sinaloa (también espeluznantemente guapa), la cual sugiere que hay una colusión entre narcotraficantes y agencias de modelos que servirían como proveedoras de mujeres de belleza excepcional al salivante mercado de los narcos. Ella no lo dice así; simplemente menciona que en su tiempo recibió llamada en las que se le prometía “trato de reina” y se le decía que “no le iba a faltar nada” si le hacía compañía a tal o cual personaje. Pero el testimonio implica materia suficiente para despertar el hambre de cualquier reportero o comisario que se precie de serlo. Es sólo un ejemplo. Así que si alguna condena hay que hacerle a la actual Miss Sinaloa es que haya colaborado a banalizar al narcotráfico, un fenómeno cruel que ha cobrado miles de vidas humanas. Lo demás es relevante sólo en la medida que se logre comprobar bajo las garantías del “debido proceso” al cual tenemos derecho tú, yo, el Mochaorejas y la abuelita que vende quesadillas de sesos frente a la Arena Coliseo, si es que llega a caer en desgracia. Pero tampoco soy ingenuo. Como dije ya, no creo que la parte acusadora tenga éxito en su causa penal contra Laura Zúñiga. Tampoco preveo que los medios que publicaron las fotos de la culiacanense vayan a cambiar su enfoque de los hechos. Ni a jueces ni a editores les interesa la muchacha, ni sus antecedentes familiares, ni su historia personal, ni la forma como fue a caer –proactiva o reactivamente- en eso que periódicos y revistas llaman “las redes del narcotráfico”. Si lo piensas bien, el problema de los medios es el mismo que el de los detectives encargados de tales pesquisas. Es que ven la tempestad y se van por la tangente. Porque así les conviene. Porque así ganan más. O porque de ese modo, simple y sencillamente, no se meten en complicaciones. Son los ciegos que no quieren ver, cualquiera que sea la motivación. Y en ello, unos y otros van de la mano. Por otra parte, Chimino, ¿acaso no has mandado tú algunas coloridas fotos, que firmas “desde la clandestinidad” cuando las sustancias que consumes ta hacen creen parte de alguna guerrilla? ¿Negarás ahora que tienes tus propias Lauras, y que con ellas te sumerges en viajes erótico-astrales que hubiera envidiado Publio Ovidio Nasón? Sé que justo aquí, a la hora de mirarse en el espejo, te encerrarás como el escarabajo de Kafka, en tu milenario escudo aborigen. Sé que desaparecerás, probablemente durante años. Así te quiero, te respeto, y te respondo. Quizá por ti, tan sólo para que aparezcas de nuevo, es que escribo esto, y todo.

Comentarios

Fernando Salceda ha dicho que…
Enrique:

Obviamente, había leído la nota sobre la chica miss Sinaloa. Pero al conocer no tuve para aportar.
Este segundo texto me parece argumentalmente impecable. una de las primeras cosas que establecieron los países más serios del mundo es el principio de Justicia y, con él, la igualdad de todos ante sus requerimientos.
A nuestros países les va como les va porque sólo la aplican cuando les conviene a los que pueden manejarla.
Este me parece uno de los mejores posts de tu blog.

Un gran abrazo.

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